Dinámica sistémica de algunas enfermedades:

Las alergias son una fidelidad a una gran desgracia. La reacción alérgica habla de la emoción que fue bloqueada: el llanto, con la alergia al polen, el sentimiento de culpa con los picores de garganta, etc.

Las dermatitis tienen que ver con una exclusión, una separación mal cerrada. Las intolerancias alimenticias suelen estar vinculadas con violencia, vejaciones, tortura o abusos sexuales.

La fibromialgia es una fidelidad de expiación a un grupo de personas, cada síntoma, cada localización del dolor representa a un ancestro.

Las enfermedades auto inmunes, el reuma, artrosis están ligados a la venganza (me agredo para no agredir).

En la esclerosis múltiple hay un “rechazo al amor”, “me mato para no matar”.

Los quistes en los ovarios, los miomas representan a bebés o fetos excluidos en alguna generación, que buscan el vientre de su madre, pidiendo su reincorporación a la consciencia familiar a través del síntoma.

El insomnio se suele dar al llevar una culpa no asumida, propia o de un familiar.

La fiebre es el calor de la culpa por hacerse autónomo, por haber crecido a través de la enfermedad. Es la fidelidad a la culpa ancestral de la persona que, al hacerse mayor, se aleja del grupo de origen.

En el cáncer, frecuentemente la persona prefiere tener la enfermedad antes que honrar a su madre.

Las grandes enfermedades como la malaria nos hablan de crímenes no asumidos, institucionalizados por nuestros antecesores hace cientos o miles de años, como los sacrificios humanos, por los que hoy expiamos todavía, siguiendo en la muerte a las víctimas.

Las epidemias de gripe nos hablan de hechos recientes, comunes a toda una colectividad, que cada individuo que se contagia acaba de resolver y asumir.